Mecanismos de deslizamiento

PETER DOIG

Jaime Gili
La adoración por la pintura de Peter Doig tiene desde algunos años menos oportunidades de alimentarse en Londres, pues el artista ya no vive en el Reino Unido, siempre ha sido prolífico y la demanda internacional de sus obras es cada vez mayor.

La pintura de Doig se caracteriza por su escasa producción y sus largos períodos de maduración. Es de ejecución lenta y exige lentitud por parte del espectador. Fotografías y recuerdos pueden dar lugar a procesos pictóricos años después de haberse gestado. Las sensaciones y visiones de la infancia siguen alimentando la pintura elaborada al frisar los cincuenta años. Decenas de cuadros comenzados reposan varios meses en las paredes del taller.
Es sintomático e inusual que una retrospectiva se nutra de pinturas hechas en la escuela de arte, como las que vemos aquí, elaboradas a principios de los noventa, que pueblan la primera sala: obras importantes para el artista, crudas y llenas de voluntarios toques de “ingenuidad”. Otras salas agrupan los trabajos con criterios formales: una con las obras blancas , escenas nevadas; o la “sala oscura”, con la serie en la que se entrevé desde el bosque la Unité d´habitation de Le Corbusier donde el artista vivió un tiempo. En las últimas salas se reunen trabajos recientes terminados en el Caribe, algunos con escenas pastorales, con símbolos de vida y muerte apareciendo aquí y allá, y materialmentepoco recargados. A mitad de recorrido, una selección irrepetible de obras sobre papel ofrece una valiosa radiografía de sus procesos creativos, de su manera de utilizar fotografías como materia prima.
Aunque Doig vivió en Trinidad cuando era niño, mudarse allí con su familia no significo volver a casa, sino más bien lo contrario , como queda claro en la entrevista con Ofili, su vecino en esta isla, disponible en internet. Trinidad no parece darles la oportunidad de integrarse en una cultura nueva, ni eso es lo que buscan. Vivir como turistas parece generar más ideas y más extrañamiento. Además, allí son testigos de una idea de vida más esencial, que podría generar una pintura más universal, menos cargada de historia, quizas un poco “a lo Gauguin”. Los cuadros en los que aparece el “hombre vestido de murciélago” fueron hechos a partir de una escultura de un artista local que tuvo Doig en su taller. Desde fuera parece haber más posibilidades de absorber absolutamente todo, sin desperdicio.